Patty Gasso, la entrenadora de sóftbol de los Oklahoma Sooners, quiere crear ganadores dentro y fuera del campo, pero no siempre tuvo esa perspectiva.
En un ensayo para Guideposts, Gasso, quien ahora ha llevado a su equipo a siete victorias en campeonatos nacionales, compartió que su primer campeonato “no fue suficiente”.
“Jugar en la WCWS el año siguiente me consumió. Ganar se convirtió en todo”, dijo. “Cada noche, estaba al teléfono con reclutas, tratando de convencerlos de Oklahoma y nuestro programa. Entre llamadas, leía un cuento antes de dormir a mi hijo menor, tan agotada que me quedaba dormida a mitad de la historia. Al escuchar a DJ decir: ‘¡Termina, mamá! ¡Termina!’, me despertaba de golpe. Luego volvía al teléfono o estudiaba videos de partidos”.
Durante los siguientes años, Gasso y su equipo no lograron llegar a la WCWS (Women’s College World Series). Se sintió derrotada e insegura de qué hacer.
“‘Esto no funciona, Señor’, le dije. ‘Pensé que esto era lo que querías para mí.’ Sin embargo, no estaba teniendo éxito como entrenadora ni como madre. No estaba ganando. Estaba lista para abandonar mi carrera soñada y el juego que amaba”, escribió la entrenadora principal.
Gasso entonces comenzó a aquietarse, y fue entonces cuando escuchó a Dios.
“‘Estás haciendo esto mal'”, recordó que Dios le dijo. “Dios no hablaba en voz alta sino en mi mente. ‘No te traje aquí para ganar partidos de béisbol. Concéntrate en tus jugadoras. Deja que te vean viviendo tu fe. Tú abres la puerta, y yo haré el resto’.”
Mientras escuchaba el llamado de Dios, reflexionó sobre el ejemplo que su madre le había dado.
“Ella me mostró que importaba al compartir la alegría del juego conmigo”, dijo Gasso. “Al estar presente, dándome su atención plena incluso cuando debió haber estado preocupada por tener que darnos de comer cazuela de salchichas y frijoles a fin de mes, cuando se le acababa el sueldo”.
“Eso es lo que podía hacer por nuestras jugadoras. Compartir alegría. Estar presente. Hablar menos, escuchar más. Mostrarles que las valoraba más allá de lo que hacían en el campo”, continuó. “Puede que nunca gane otro campeonato. Pero cada joven se iría de este programa sabiendo que me importaban y, lo que es más importante, que a Dios también les importaban”.
Desde que Gasso cambió su estilo de entrenamiento, ha ganado seis campeonatos nacionales más. Su amor por Jesús se ha transmitido a sus jugadoras, quienes también son apasionadas por servir al Señor.
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“Nuestro equipo ama a Jesús. Trabajamos muy duro en el campo para darle a Él la gloria”, Gasso dijo a ChurchLeaders a principios de este año.
“Creo que tiene algo que ver con que los entrenadores abran la puerta para eso. Y eso es algo de lo que estoy muy orgullosa, aunque no esté en una universidad cristiana”, continuó. “Pero nuestras jugadoras son muy audaces y sin complejos al compartir su fe, así que cuando están en conferencias de prensa, le dan gloria a Dios. Nadie quiere escribir estos [comentarios de fe]. [Los reporteros] están esperando la carnita, sabes, pero [las jugadoras] siguen alabando a Dios por sus talentos”.
Si bien ganar solía serlo todo, Gasso ya no se preocupa tanto por ello, priorizando en cambio a sus jugadoras.
“No tenemos miedo de perder partidos”, le dijo a ESPN. “Nos gusta salir y dar todo lo que tenemos, y si no es suficiente, sabemos lo que necesitamos hacer para mejorar”.
Es increíble ver a Gasso usar su plataforma para ganar almas y ayudar a su equipo a ser lo mejor posible dentro y fuera del campo.
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