No tenía previsto iniciar un ayuno de redes sociales hoy — pero el Señor tenía otros planes para mí.
En las últimas semanas, me encontré tambaleándome cada vez que revisaba las redes sociales. La desgarradora noticia del trágico fallecimiento de Charlie Kirk explotó en mi feed. Ya sea que siguieras su trabajo o no, Charlie era una voz audaz en el mundo de la fe y la política. Su repentina muerte me conmovió hasta lo más profundo, a mí y a muchos otros. Buscaba comunidad, un lugar donde procesar el dolor y la pena.
En lugar de consuelo, me encontré girando en el ciclo tóxico de las redes sociales que se desata cuando ocurre una tragedia nacional. El mundo en línea se llena de división, ira y los comentarios se convierten en un campo de batalla en lugar de un espacio para la sanación.
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Aun así, me desperté esta mañana, y, por costumbre, busqué mi teléfono a primera hora. Mi pulgar se cernió sobre el icono de Instagram pero el Señor susurró en mi corazón: “Apártate, ven a estar conmigo.”
Con los ojos legañosos pero el corazón claro, eliminé la aplicación de mi teléfono. No solo Instagram, sino todas — FACEBOOK, X, y todas las demás aplicaciones de redes sociales llenas de ruido, opiniones y desplazamientos interminables.
En lugar de abrir Instagram, abrí mi mañana en oración por la sanación y la paz para nuestra nación. Eso es lo que el Espíritu Santo grabó suavemente en mi corazón: cada vez que sienta el impulso de meterme en las redes sociales, es una oportunidad para hacer una pausa y orar en su lugar.
Así que aquí estoy. Hoy es el primer día de mi ayuno de redes sociales. Sin filtros. Sin hashtags. Solo yo y Aquel que me ve plenamente y me ama profundamente. Más que nunca, nuestra nación necesita oración por encima de opiniones. Así que, con cada impulso de desplazarme, elijo orar por la sabiduría de nuestra nación, por claridad y para que los corazones se vuelvan a Jesús.
No intento escapar del mundo, sino más bien escapar del ruido el tiempo suficiente para escuchar la voz de Dios. Elegir la oración sobre las publicaciones y cambiar los feeds llenos de división por momentos llenos de gracia. Intercambiar el ruido interminable por la voz tranquila de Dios.
Honestamente, no sé cuánto durará este ayuno. Quizás un día, quizás una semana, quizás más. Pero lo que sí sé es que, desde que me desperté esta mañana, ya me he encontrado orando cinco veces distintas. Y cada vez, ha habido un poco más de paz colándose, un poco más de calma asentándose en mi corazón y un nuevo recordatorio de que la presencia de Dios es la única fuente real de descanso en todo este caos.
Por encontrar la paz en la quietud y por dejar que Dios nos guíe a través del ruido.
“Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.” — Santiago 4:8
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